lunes, 18 de septiembre de 2017

En todo Tiempo

De viaje por la carretera, veía como el cielo se cubría de una espesa niebla que se llevaba el brillo de las estrellas hasta no dejar ver a ninguna. De pronto y a lo lejos, luego de estar sumergidos en una oscuridad absoluta a excepción de las luces de los propios vehículos, pude ver una gran luz como de fuego. Creí que se trataba de un incendio y que las espesas nubes eran humo, pero al acercarnos, no era más que la luz de unas cuantas casas. Solo bastaron unas pocas casitas para iluminar la inmensa oscuridad de la noche. Y así, al ir avanzando, encontraba distintos faros de luz, pequeñas agrupaciones que lo llenaban todo en medio de un mar de oscuridad. A pesar de no ver más las estrellas, estás seguían ahí. 
El no verlas fue solo un momento. 

Muchas veces creemos que necesitamos ver a cada instante la luz de las estrellas para sentir que todo está bien, y cuando llegan las nubes que cubren el cielo, nos olvidamos que aún están porque no las vemos brillar. Sin embargo la luz no solo proviene de lo alto...nosotros tenemos una tarea, ser luz en la oscuridad, traer su presencia donde no la hay. Ésta es una tarea que tenemos que hacer como cuerpo, unidos al Padre en todo momento, ser valientes para arrancar la luz del cielo y traerla para ser lámparas. Ser conscientes y ver cielos abiertos a pesar de las nubes espesas, donde tenemos una visión clara de la Verdad. La Verdad SIEMPRE está ahí! Aunque no la podamos ver. 

Somos los encargados de jalar su palabra en todo tiempo. 

Nosotros somos Lámparas, su presencia es la Luz.